Balance Nacional e internacional
En el marco de diversas jornadas nacionales e internacionales contra la violencia patriarcal, este 25 de noviembre, organizaciones de mujeres y colectivos feministas volvimos a llevar a los espacios públicos la demanda colectiva de cese a todas las formas de agresión contra niñas, jóvenes y mujeres. El 25N como día de visibilización internacional y demanda de erradicación de la violencia contra nosotras tiene su origen en América Latina, donde las mujeres de la clase trabajadora, explotada y oprimida, levantamos propuestas organizativas que hagan frente al sistema capitalista y patriarcal que expolia nuestros cuerpos.
Durante este año, las mujeres latinoamericanas seguimos luchando contra el avance de la derecha y las políticas patriarcales: mujeres indígenas en Ecuador saliendo por primera vez a marchar contra la violencia; Colombia, República Dominicana, Puerto Rico, Chile, Venezuela, Ecuador, Honduras, Perú y Uruguay avanzando desde las calles en la conquista del aborto legal; mujeres chilenas protestando contra el avance del fascista candidato presidencial Antonio Kast; Uruguay exigiendo proteger a las niñas de un embarazo forzado; madres en Perú clamando justicia para sus hijas asesinadas y desaparecidas; mujeres haitianas posicionándose por sus derechos, así como por la erradicación de las violencias intervencionistas y Puerto Rico logrando los primeros avances jurídicos para procesos penales por feminicidio, son los casos más mediatizados.
Todas las mujeres de América Latina vivimos la violencia capitalista patriarcal, pero las mujeres de la clase trabajadora no hemos dejado de alzar la voz y construir organización para hacerle frente. Con la experiencia de mujeres en diversas latitudes, podemos tomar enseñanzas para las batallas regionales. De un modo similar al ascenso de la marea verde con las compañeras de Argentina, los avances de las mujeres de otros países representan un aliciente para otras luchas.
En México, la caracterización de las mujeres agredidas, desaparecidas, asesinadas, explotadas laboral y sexualmente es el de niñas, jóvenes y adultas empobrecidas, racializadas, de la diversidad sexual y en otras condiciones de vulnerabilidad. Mismas que diariamente nos vemos expuestas a la violencia patriarcal, con un sistema que la normaliza a través de los medios mientras la impunidad desde el poder judicial predomina.
Para la 4T, las mujeres no somos una prioridad. Ante las miles de desaparecidas, agredidas física o psicológicamente, asesinadas, la mirada gubernamental y mediática se desvía, regresando la vista cuando hay que desaprobar métodos, criminalizar la protesta o minimizar la urgencia de una atención inmediata a la crítica situación de violencia contra nosotras.
El trabajo que hemos construído señala la responsabilidad de las instituciones del Estado como pilares del patriarcado, es necesario visibilizar los logros del movimiento que han obligado a dichas instituciones cumplir con su deber, todo ésto es gracias a la presión política que hacemos las mujeres en las calles, organizadas y movilizadas..
El movimiento de mujeres y feminista en México es heterogéneo, pero se conjunta en la demanda colectiva del alto a la violencia patriarcal. Este 25N volvimos a hacer presencia en las calles con movilizaciones y manifestaciones públicas en estados como la CDMX, Quintana Roo, Campeche, Nuevo León, Estado de México, Chihuahua, Veracruz, Colima, Guanajuato, Aguascalientes, Sinaloa, Yucatán, Guerrero, Baja California Sur, Oaxaca, Querétaro, Morelos y Michoacán. Con una importante afluencia, las vías públicas fueron escenario de exigencias de atención y justicia para las víctimas, así como para sus familias.
La constante del feminicidio y desapariciones
A nivel nacional, todos los días conocemos nuevos casos de mujeres desaparecidas. Mientras, los medios e instituciones minimizan o directamente invisibilizan la situación, existen colectivas de madres buscadoras y organizaciones de mujeres que continúan demandando la aparición con vida de sus hijas.
Es necesario seguir apuntando a que el Estado, en sus diferentes niveles de funcionarios e instancias jurídicas y judiciales, hagan su trabajo desde la investigación hasta la conclusión de los procesos penales contra los sujetos agresores.
A nivel nacional, los cambios en la tipificación jurídica de los asesinatos de mujeres ―yendo entre homicidios dolosos de mujeres y feminicidios―han hecho que varíen las cifras dadas a conocer desde organismos gubernamentales, así como un marcado contraste con la información recolectada por organizaciones de familiares que buscan visibilización, verdad y justicia. En este sentido, es necesario resaltar dos aspectos: el hecho que una cifra no representa la realidad del número de casos, así como un número no da per sé una visibilización del trasfondo histórico y estructural del énfasis que tiene la violencia patriarcal en contra del cuerpo de las mujeres.
Como parte del apoyo a la lucha de las familias, nombramos y recordamos a cada mujer como lo que fueron en vida y nos sumamos a la exigencia de justicia por ellas. La exigencia de atención a cada uno de los casos, empolvados en carpetas de investigación durante años, sigue siendo directamente hacia el Estado como responsable de la administración de la justicia a nivel nacional.
El año termina, la lucha no
Los últimos meses del año pueden significar un reflujo de las actividades públicas masivas del movimiento de mujeres y feministas. Ante esto, resaltamos que las mujeres seguimos construyendo espacios de organización, acompañamiento y formación política como una tarea constante. Proponemos formas de mantenernos en contacto, sin dejar de lado la necesidad de masificar el movimiento de mujeres.
Desde Rosas Rojas hacemos un llamado a que sigamos haciendo trabajo colectivo para levantar nuestras demandas de atención a las mujeres que viven o vivieron una situación de violencia, en cualquier lugar del país que se encuentren. Las mujeres luchamos diariamente contra la violencia que nos rodea en nuestros espacios personales y, en conjunto con una lucha colectiva constante, fortalece los mecanismos de respuesta colectiva ante nuevos casos de violencia.
Sostenemos que es necesario levantar un movimiento amplio de mujeres que permita construir estrategias colectivas para hacer frente a la violencia patriarcal. Con procesos organizativos constantes y desde una política independiente de los regímenes partidarios que no representan a la clase trabajadora, podemos seguir avanzando en generar procesos organizativos más fuertes que nos permitan responder no sólo a las coyunturas, sino generar propuestas para enfrentar la violencia que vivimos como mujeres explotadas y oprimidas. Somos sujetas activas de la historia y ese papel lo estamos construyendo. Hagámoslo juntas, ¡súmate a Rosas Rojas!
¡Basta de violencia contra nosotras!
¡Por justicia para todas las mujeres violentadas!
¡Vivas se las llevaron, vivas las queremos!
¡Por la construcción de un Movimiento Amplio de Mujeres!
¡Las mujeres luchando y el mundo transformando!